Cuando ocurre una catástrofe (la Real Academia Española la define como un ”suceso que produce gran destrucción o daño”), lo primero que hacen las autoridades es evaluar o medir su magnitud para determinar la cantidad de recursos que tendrán que destinarse para apoyar actividades de emergencia, recuperación y reconstrucción después de la ocurrencia de algún desastre.
¿Debemos referirnos a esta pandemia como un desastre o seguir tratándola como una crisis sanitaria? Una acepción de “desastre” es la que lo designa como un evento transformador, que destruye, revierte, trastorna el orden que lo precedió. Esta pandemia tiene obviamente una dimensión sanitaria pero con impacto en lo social, lo ecológico, lo económico y lo político.
Podemos escoger entre catástrofe o desastre, pero definitivamente estamos viviendo algo más grande que una crisis. Y lo que menos debemos hacer en nuestros negocios es creer que el desastre ha pasado y que ha comenzado la recuperación económica. Tal vez hoy no estamos sumergidos en un valle de incertidumbre pero tampoco estamos subidos en la cresta de una ola de bonanza. Digamos que apenas vamos escalando la ladera de la montaña.
No es un pensamiento fatalista, solo pretende ser un razonamiento realista que nos permita enfrentar con mente clara lo que aún falta por venir antes de que podamos hablar de que las aguas regresaron a su antiguo nivel. Si no lo hacemos así, pensar con claridad, seguramente el precio que pagaremos será muy alto.
¿Qué es lo que viene en camino, si no es que ya está aquí? Además del muy probable incremento en los contagios, se espera desabasto de mercancías, aumento de precios, falta de empleo. Hay escasez de semiconductores en México y en la India por lo que hay poca producción de automóviles, teléfonos, electrodomésticos, computadoras, consolas de videojuegos…
Incluso el gigante asiático China ha reducido su producción por falta de carbón, gran generador de energía eléctrica afectando también la producción de cemento y acero para la industria de la construcción.
Y por si esto fuera poco, las mercancías y materias primas están detenidas en algún puerto marítimo del planeta, sobre todo en Estados Unidos debido a su saturación. Es curioso pero se acumuló tanta mercancía durante la pandemia que movilizarla se ha vuelto muy complicado. Llega el buque a puerto pero no puede descargar porque está lleno el espacio de los contenedores.
Algunos califican la situación actual mundial como una tormenta perfecta, es decir, que ciertos acontecimientos se han visto agravados dramáticamente por una rara confluencia de circunstancias que no necesariamente están relacionadas entre sí. Los elevados precios del petróleo, luz, gas y carbón se han sumado a la fiesta y el cambio climático está causando escasez de alimentos que por lo mismo aumentan sus precios.
No se trata de aventar la toalla y bajar la cortina. Lo que debes hacer en tu negocio es poner más atención a lo que sucede en el entorno, en la región, en tu sector… y tomar decisiones basadas en información confiable y no en suposiciones. Como todas las tormentas, perfectas o no, ésta también pasará y para entonces, tu negocio necesitará estar preparado para enfrentarse con determinación a un mercado que seguramente será más exigente que nunca. ¿Tu empresa podrá responder?
La mejor manera de que una empresa responda a las necesidades del mercado, es contando con información suficiente y confiable de lo que ocurre dentro. En Spechi somos expertos en transformar negocios, compruébalo.