Debemos reconocer que cuando los hombres hablan del macho alfa (con cierto orgullo personal obviamente), es porque en general las personas se comportan más como manada que como líderes. Tienen un instinto gregario, les gusta vivir en comunidad. A las personas también nos gusta hacer lo que los demás hacen.
Eso es lo que ocurrió con la compra desenfrenada de papel higiénico y lo que muchas empresas y particulares están haciendo: vender cubrebocas y cualquier aditamento que prometa “proteger” nuestra salud. No deja de ser una especie de paradoja. Se utiliza un cubrebocas con la intención de protegerse de un contagio pero en realidad sirve únicamente para proteger a quienes están alrededor del usuario al evitar que el virus viaje con la saliva que expulsamos.
En los años 70 se publicó el libro “El gen egoísta” de Richard Dawkins en el que se afirmaba: “La probabilidad de que un gen prospere (evolucione) depende de su capacidad de adecuación al medio (egoísmo)”. Parafraseando este título, hoy tenemos “El virus altruista” porque nos obliga a cuidar del otro (“yo uso cubrebocas para que no te enfermes tú”).
¿Perdurará el uso de este aditamento? Hoy no podemos saberlo pero hay quienes afirman que en el futuro su utilización será tan rutinaria como llevar lentes de sol (aunque no haya sol) o ponerse un elegante abrigo (aunque no se sienta frío).
Dicen por ahí que todo lo que sube tiene que bajar y a la venta de cubrebocas le llegó su turno. En general la producción en muchos sectores está regresando a la normalidad ¡incluso la tan deseada y extrañadísima cerveza! Y con la normalización va desapareciendo el desabasto de productos como el cubrebocas. Ahora no solo hay existencia suficiente sino que ha comenzado a crecer la competencia en este mercado.
Los adultos buscamos ser diferentes haciendo lo mismo que los demás, somos unos eternos adolescentes. No hagamos lo mismo con nuestros negocios, dejemos de imitar cosas como vender lo que los demás venden o peor aún, no imitemos bajar la producción, despedir personal, reducir los gastos al máximo, bajar los precios…
Todas estas estrategias son válidas siempre y cuando respondan a una planeación integral y no solo como reacción ante circunstancias extraordinarias en nuestro entorno.
Recordemos que el 2YK presagiaba un colapso financiero mundial con las computadoras. El problema consistía en que los equipos de cómputo utilizaban solo dos dígitos para indicar una fecha, específicamente lo correspondiente al año (99 en lugar de 1999). Aunque la mayoría de las personas no entendía bien este detalle, lo que la gente sí creía saber era que confundir 1999 con 1899 o 2099 podría desencadenar el Apocalipsis mundial… cosa que no sucedió en lo más mínimo.
Por las mismas fechas llegó la burbuja de las punto-com y como tal por supuesto estalló. Incluso existía una revista que se autobautizó con este nombre. Los inversionistas estaban literalmente fascinados con este tipo de empresas y apostaron (y perdieron) millones de dólares a favor de estas startups (empresas emergentes). No es que el ser humano sea ingenuo (bueno, lo es un poco) sino que como ya lo mencionamos, es gregario, sigue a la manada.
Las crisis financieras (y casi cualquier crisis) son predecibles, hasta cierto punto. No tenemos que esperar pasivamente a que llegue un futurólogo y nos diga lo que se acerca para entonces prevenirnos. Hoy es más sencillo que nunca “predecir” (es más correcto decir anticipar) escenarios sobre nuestro futuro. El mismísimo Bill Gates (el más reconocido visionario de nuestros tiempos) hace exactamente 5 años durante una conferencia en Vancouver, Canadá ya anticipaba lo que hoy estamos viviendo.
En esa ocasión Gates afirmó que ante una catástrofe mundial “si algo ha de matar a más de 10 millones de personas en las próximas décadas será un virus muy infeccioso, más que una guerra. No serán misiles sino microbios”. ¿Tendrá razón? Solo el tiempo nos lo dirá, pero el COVID-19 ha matado a más de 400 mil personas en 4 meses.
Dejemos de esperar que lleguen profetas a hablarnos del futuro porque éste ya llegó. Es el momento de que dejemos de emular los “éxitos” de otros (pasividad) y actuemos en el presente para construir el futuro que queremos (proactividad). ¿Te sumas?
En Spechi creemos en la construcción de un futuro mejor para todos y por eso te acompañamos de forma permanente. Permítenos mostrarte cómo lo hacemos.