Seguramente un número importante de personas están convencidas de que el avance tecnológico salvará a la Humanidad del desastre. Los autos eléctricos, los robots, los drones, los viajes espaciales y los dispositivos que ponen todo el conocimiento prácticamente al alcance de nuestra mano (o de un clic) hacen pensar que la tecnología es la respuesta a casi todos los problemas que nos aquejan como especie. ¿Será cierto? Haz la prueba.
En tu smartphone busca cómo construir un robot, compra todas las piezas en Amazon®, solicita que entreguen tu pedido con un dron en tu domicilio, construye el robot y cuando esté terminado, ordénale que prepare la cena... ¿Cómo? ¿No puedes hacerlo? Entonces la tecnología está aún muy lejos de resolvernos la vida.
La “buena” tecnología no solo debe estar disponible para unos cuantos sino para todos, independientemente de su condición económica y social. Y la única que casi cumple con este criterio es precisamente el smartphone por su amplia disponibilidad y su costo relativamente accesible. Todo lo demás tardará seguramente un par de décadas más en ser de “uso común”.
Incluso si el ser humano logra viajar a Marte, de los cerca de 7 mil 600 millones de habitantes que hoy tiene nuestro planeta ¿cuántos crees que podrán realizar un viaje como turista? Pues la misma cantidad que ha viajado a la Luna después de 50 años de haberla conquistado, es decir, 12 astronautas son los únicos que han comprobado si nuestros satélite es de queso al caminar sobre él.
Hace medio siglo (1969) Peter F. Drucker, reconocido mundialmente como el “padre fundador” del management (administración), publicó su libro La Era de la Discontinuidad y en él pronosticaba una futura Sociedad del Conocimiento en la que sería necesario aplicar conocimiento para generar más conocimiento mediante la sistematización y organización de la información.
Hoy tenemos más información que nunca en toda la historia del ser humano y ésta se transforma en conocimiento permanentemente. La tecnología es uno de los resultados de dicha transformación, más no su objetivo. Y por si fuera poco, el avance tecnológico se ha introducido de manera amplia e irreversible en nuestra vida cotidiana, o mejor dicho, en muchas vidas cotidianas más no en todas.
Las computadoras que aparentemente son una herramienta común y corriente entre las personas y en las empresas, en realidad solo se utilizan en el 24 por ciento de los negocios en México y solo una de cada cinco empresas en nuestro país tiene acceso a Internet. En el caso de los hogares mexicanos, se estima que solo el 44.9% de éstos disponían de una computadora en 2018. Aún le falta mucho a la tecnología para que sea una extensión de nosotros.
Pero una cosa es contar con la tecnología (un teléfono, una computadora, un robot) y otra muy distinta saber aprovecharla, lo que se logrará si todos los ciudadanos tienen acceso a la información y aún así, no basta con acceder a la información y contar con suficiente tecnología e infraestructura para obtener sus beneficios, es indispensable también incorporar a las personas en el uso de esa tecnología, su inclusión digital. Saber usar la tecnología no será suficiente, será necesario aprender a crear tecnología para integrarse en el mundo actual.
Tampoco tenemos que llegar a los extremos e imaginar que el mundo laboral del futuro inmediato será dominado exclusivamente por quienes cuenten con carreras en las disciplinas STEM (science, technology, engineering y mathematics). Se afirma que estas disciplinas generarán la mayor cantidad de empleos pero en realidad serán solamente las que estarán mejor pagadas. Y eso mientras no se sature el mercado con innumerables egresados que ocasionarán que los salarios se estabilicen.J.
Lo que sí están solicitando las grandes empresas para cubrir sus vacantes, es contar con habilidad para gestionar plataformas, manejo e interpretación de datos, programación para dispositivos móviles o nociones de diseño enfocados a la máxima usabilidad. Los empleados del futuro tendrán que contar con estas habilidades pero necesitan adquirirlas desde ahora o se quedarán fuera de la jugada.
El manejo de la tecnología (saber hacer y usar), al menos en software, siempre le ha llevado la delantera, y por mucho, al hardware. Primero se diseña el programa que correrá a increíbles velocidades y después los equipos que pueden alcanzarlas. Así que aunque hoy no dispongamos de un robot que nos obedezca, seguramente sí estamos en condiciones de aprender cómo enseñarle, y para el aprendizaje no hay pretextos.
En Spechi aún no tenemos robots pero sí contamos con un equipo de personas que dominan el manejo de sistemas al nivel que tu negocio necesita. Pruébanos y descubre que existe tecnología muy útil al alcance de tu mano.