En los últimos años el riesgo ha tomado nuevos bríos y su significado se vuelve más atractivo que nunca. La Real Academia Española nos dice que el riesgo es la contingencia o proximidad de un daño, es decir que se refiere a la posibilidad de que este daño suceda o no suceda y obviamente nuestro interés se centra en lo segundo.
El riesgo está presente en prácticamente todo lo que hacemos (nadar, comer, invertir, besar) y hasta en lo que no participamos directamente (terremotos, accidente de tráfico, inundaciones). Corremos un riesgo al tomar decisiones en entornos de incertidumbre y también cuando diseñamos estrategias para nuestro negocio.
Hace un año y medio, cuando hablábamos de la pandemia lo hacíamos con mucha reserva, con gran incertidumbre y hasta con temor, sí, contagiados del ya célebre miedo a lo desconocido. Hoy seguimos hablando de la misma pandemia pero con una mirada menos fatalista ya que contamos con una mayor información sobre el virus e intentamos ser más imparciales. Conste, lo intentamos.
Aceptar que existe el riesgo y hacer algo para prevenirlo, se opone por completo al trillado refrán que reza “cuando te toca, ni aunque te quites”, expresión muy desafortunada porque tendríamos que ser adivinos para saber en qué momento nos toca y verdaderos mártires para estar dispuestos a no quitarnos. Por suerte como ironizó el brillante Stephen Hawking “incluso la gente que afirma que no podemos hacer nada para cambiar nuestro destino, mira antes de cruzar la calle”.
¿Qué riesgos deberíamos prevenir? La lista es larga. Existe riesgo al caminar sobre el piso mojado, al conducir un auto (no importa si es con alta o con baja velocidad), al levantar un objeto pesado, posibilidad de quedarnos sin empleo… incluso el riesgo está presente si tenemos una pareja sentimental (riesgo de engaño, de divorcio, de viudez). Y no se diga cuánto riesgo existe al manejar una empresa propia o de nuestro jefe.
Los peligros acechan no solo cuando la competencia lanza un nuevo producto o ésta abre una sucursal enfrente de la nuestra. Las amenazas se presentan con empleados deshonestos, con nuestros vehículos de reparto en mal estado, con un mal empaque del producto enviado al cliente, en un mal cálculo de los gastos del mes o con un precio de venta cuyo margen de ganancia sea muy ajustado. Pero todo lo descrito es predecible, lo podemos anticipar.
Incluso la resistencia de las Torres Gemelas en Nueva York estaba muy bien calculado. El 1973 el ingeniero estructural Leslie Robertson encargado de su construcción, afirmó que éstas podían soportar la colisión de un Boeing 707, el avión más grande construido hasta entonces. Y no se equivocó pues resistieron el impacto de un Boeing 767. Lo que no se podía prever ni entonces ni ahora, era el efecto del feroz incendio de 46 mil litros del combustible queroseno derramado.
Es tan relevante este tema, que la Organización Internacional de Normalización (léase ISO) publicó en 2009 la Norma ISO 31000: Gestión de Riesgos. Principios y Directrices que está dirigida “a las personas que crean y protegen el valor en las organizaciones gestionando riesgos, tomando decisiones, estableciendo y logrando objetivos y mejorando el desempeño”. Hoy se encuentra en su versión 2018.
¿Qué riesgos estás previniendo en tu empresa? Si todos los ejemplos descritos te parecen exagerados o muy lejanos a las actividades de tu negocio, entonces comencemos con algo sencillo pero al mismo tiempo, fundamental. ¿Qué tal si utilizas la información de tus operaciones para prevenir faltantes en tu inventario de materia prima o de producto terminado? ¿O por qué no anticipar el comportamiento de tu flujo de caja para los próximos tres meses y “visualizar” cómo vas a cerrar el año?
El ejercicio anterior no implica mayores complicaciones si ya cuentas con la información respaldada en alguna computadora, solo tendrás que dedicar un poco de tu tiempo y atención para lograrlo. ¿No cuentas con la información? Pues estás a tiempo de comenzar a recabarla y poner manos a la obra.
Para medir la resistencia de tu negocio no necesitas enfrentarlo al impacto de decenas de toneladas de acero volando a 880 km/h, bastará con procesar algunos megabytes de información o en su defecto, varias decenas de hojas impresas para determinar si está preparado para hacer frente a los desafíos de este nuevo entorno. Como empresaria o empresario ¿podrás enfrentar el reto?
Si crees que necesitas ayuda para seguir procesando tu información o quieres comenzar a hacerlo, en Spechi te podemos apoyar. Nos gusta enfrentar los grandes y pequeños retos.