En este espacio hemos comentado insistentemente acerca del tema de la planeación, aunque no sabemos si dicha insistencia ha rendido sus frutos. La real Academia Española define la planificación como una “plan general, metódicamente organizado y frecuentemente de gran amplitud, para obtener un objetivo determinado”. Una definición elegante, bien estructurada, contundente y además lógica ¿verdad?
Si queremos alcanzar un objetivo, necesitamos planear. También hemos dicho de los objetivos que éstos deben ser específicos, medibles, realizables, realistas y limitados en tiempo. Nuevamente confirmamos que la planeación es un proceso perfectamente estructurado y por lo tanto, alcanzable. ¿Qué ocurre cuando no contamos con un objetivo por alcanzar suficientemente definido?
O vayamos más lejos. ¿Qué sucederá si no tenemos ningún objetivo por alcanzar? Sencillo, lo que logremos siempre estará bien porque no tendremos un punto de comparación. Dará lo mismo aprobar un curso en un mes que en un año. Obtener una calificación de 7 no será significativo porque jamás nos propusimos obtener 10. Siempre podremos decir que pudo haber sido peor, así que el resultado será satisfactorio.
¿Conformismo? En absoluto. Más bien se trata de lo opuesto. Quienes no planean tal vez se consideran brillantes, tanto que su gran capacidad (¿tal vez buena suerte?) resuelve sin complicaciones cualquier adversidad que se presente. Y aplicado a los negocios, esto explicaría de alguna manera cómo un nuevo negocio que cuenta con un buen producto o servicio, poco a poco (a veces rápidamente) va perdiendo clientes y ventas.
Revisémoslo más despacio. Imaginemos un negocio típico de comida (típico porque hay una idea generalizada, aunque mal enfocada, acerca de que este tipo de emprendimientos es “casi” seguro que funciona y es rentable porque todas las personas comemos), por ejemplo de venta de hamburguesas y papas fritas en la cochera de una casa (la del emprendedor obviamente). Y supongamos también que su apertura comienza de buena forma y se hace de una clientela fiel que va en aumento.
Han pasado algunos meses y las ventas siguen creciendo. ¿Para qué planear si todo va de maravilla? Tal parece que solo se necesita administrar la abundancia. Aunque también son abundantes los viajes para comprar insumos, los pocos espacios disponibles para almacenarlos, los olvidos de actividades importantes y los retrasos en la preparación y entrega de sus alimentos a los clientes.
¿Retrasos? ¿Acaso las ventas no han crecido como la espuma y con ellas la entrada del dinero que todo lo resuelve? El problema no es económico sino de planeación y más específicamente de organización. Si el tiempo de preparación de una hamburguesa fuese de 10 minutos, se trata de una espera “razonable” para el comensal. Si se pueden preparar de manera simultánea 8 hamburguesas (que es el tamaño de la plancha en la que se cocina la carne), entonces se puede tener contentos a igual número de clientes.
La complicación viene con el cliente número 9, si es que llega de manera simultánea con los otros comensales y su espera será del doble de tiempo. ¿Y si llegan al mismo tiempo 17 clientes? A alguno de ellos le tocará esperar 30 minutos por su platillo. ¿Entonces hay que comenzar a rechazar clientes? Para nada. Lo que se debe comenzar es la planeación.
Quizás planear la compra de otra plancha junto con la contratación de un cocinero que la atienda. Un grave error sería aumentar el espacio para acomodar más hamburguesas pero asignándolo al mismo cocinero, es decir duplicar su carga de trabajo lo que traería consigo más errores, más retraso y más estrés. También es el momento de revisar si se puede reducir el tiempo de preparación.
No se puede aspirar a incrementar las ventas indefinidamente sin atender nuevas necesidades que surgirán con esta tendencia. Las empresas son espacios dinámicos y multifuncionales, los dueños es éstas deben serlo también.
En Spechi te ayudamos a planear y por supuesto, a organizar mejor tus procesos y operaciones. Ponte en contacto con nosotros para decirte cómo podemos hacerlo.