Para fortuna nuestra, a lo largo de la historia humana hemos contado con grandes pensadores y a algunos de ellos se les ha calificado de visionarios. Unos más famosos que los demás, pero visionarios al fin. Ya hemos citado algunas de sus predicciones acerca de nuestro futuro pero advirtiendo que no se trata de adivinarlo sino solo de anticiparlo un poco.
Cuando se dedican tiempo y esfuerzo para definir estrategias de acción solemos hacerlo de la forma incorrecta. ¿Por qué? Simplemente porque no somos estrategas. Ocurre lo mismo cuando queremos anticipar el futuro, lo hacemos mal porque no somos futurólogos —si es que esta “profesión” realmente existiera—.
¿Cuál es la utilidad de anticipar el futuro? Más allá de esos anhelos materialistas de quienes quisieran descubrir cuál será el mejor equipo de un torneo para ganar la quiniela, construir el futuro nos permite atender dos temas relevantes: la prevención y la finalidad de nuestra empresa. Sobre la prevención en los negocios también ya hemos comentado así que hoy aprovecharemos para hablar sobre lo que busca alcanzar nuestra empresa en el futuro.
Imaginemos que emprender un nuevo negocio es como realizar un viaje. Esto implica llevar a cabo una serie de preparativos (comprar boletos de autobús o de avión, preparar las maletas, reservar alojamiento, revisar el dinero disponible) y de elecciones (el destino final, los días de viaje, las visitas que vamos a hacer, qué souvenirs compraremos).
Para que todo lo anterior se realice de la mejor manera, antes tendremos que establecer algo muy relevante: el motivo del viaje. ¿De negocios? ¿De placer? ¿Por invitación? El motivo debe ser muy claro para que el resultado del viaje sea positivo y es aquí en donde entra en escena el futuro imaginado. ¿Cómo? ¿Para realizar un viaje, antes hay que imaginarlo? Sí, al igual que debemos imaginar nuestra empresa antes de construirla.
El futuro imaginado junto con el propósito esencial conforman la visión estratégica empresarial, sin embargo al momento de definirla (la visión) nos enfocamos en tomarla en cuenta desde el punto de vista de la expectativa personal más que de un amplio análisis del entorno empresarial en el que nos desenvolvemos cotidianamente.
Dicho de otra manera, preferimos definir la visión de nuestra empresa como un anhelo, un buen deseo y no como el probable escenario del entorno del que ésta forma parte. Por eso es común leer en muchas visiones empresariales de todo tipo de empresas, sentencias como “seremos la empresa número uno del mercado” o “contaremos con el producto de mayor calidad”.
Visualizar el futuro de nuestra empresa de una forma idealista o autocomplaciente (“seremos los mejores”) no contribuye en el presente a crear las condiciones óptimas para alcanzar el destino esperado. Retomando el ejemplo del viaje, si no imaginamos posibles escenarios (mal clima, disponibilidad de cajeros de banco, idioma, visado, tipo de voltaje en los tomacorrientes) se corre el riesgo de tener un penoso regreso a casa.
Los reconocidos expertos en gestión empresarial, James C. Collins y Jerry I. Porras afirman que «lo que ocurre es que "visión" se ha convertido en una de las palabras más usadas y menos comprendidas del idioma, porque encierra mensajes muy diferentes para las diferentes personas, mensajes que tienen que ver con valores firmemente sostenidos, logros sorprendentes, vínculos sociales, metas vivificantes, fuerzas motivadoras y razones de ser».
Aquí la sugerencia. Para construir nuestra visión analicemos el futuro de la industria en la que estamos y no de la empresa que formamos. Si tenemos un restaurante revisemos la industria de la comida, si vendemos recámaras veamos la industria mueblera, si diseñamos software hay que estudiar el sector tecnológico.
Ha pasado casi medio siglo desde que un joven visionario junto con su socio crearon una empresa de software y su visión del futuro fue una computadora en cada escritorio y en cada hogar… ¡sin que ellos fabricaran computadoras! ¿Cuál habría sido la historia si se hubieran propuesto “ser los mejores desarrolladores de software del mundo”?
El cowboy, humorista, comentarista y actor estadounidense Will Rogers afirmaba que "no es lo que ignoramos lo que nos daña, sino lo que creemos saber". Transformemos nuestras creencias idealistas en información debidamente documentada para que nuestras decisiones y planes tengan una mayor probabilidad de cumplirse.
Te invitamos a compartir nuestra visión de los negocios y que compruebes cómo en Spechi democratizamos la gestión por procesos entre la comunidad empresarial, las pequeñas y medianas empresas.