Siempre imitado… jamás igualado.
Una frase que curiosamente ha sido “imitada” infinidad de ocasiones a lo largo
de los años en todo el mundo. La han utilizado artistas, publicistas,
escritores y hasta el gobierno mexicano recientemente cuando el diseñador Jorge
García López ‘Yuko’ creó un personaje drag queen en Twitter para “apoyar” a la heroína Susana
Distancia imitando su postura (#ConCoronaPeroSinVirus).
Susi luego posteó: “Siempre imitada, jamás igualada”. En el post anterior hablábamos
del gusto gregario de las personas, de hacer lo que los demás hacen, de imitar.
Vaya, hasta los buenos modales se aplican por imitación. Las reglas de
urbanidad son etiquetas de convivencia para nuestra propia manada o tribu.
Eructar es elegante en unas sociedades (asiáticas) y en otras no
(occidentales). Hay que cuidar lo que imitamos ¿verdad? El diseñador Joan Costa afirma
que “no hay creación pura, en el sentido trascendente del término. Es decir,
que no hay acto que consista en hacer cualquier cosa nueva a partir de la nada.
Pero sí a partir de la mente, las ideas”. O dicho de otra forma, cualquier
invención es una copia mejorada de una invención anterior. ¿Copiar o inventar? Depende del
objetivo que se persiga. El Diccionario panhispánico de dudas 2005 define copiar
como “reproducir con exactitud una cosa”.
La Real Academia Española nos dice que inventar es “crear,
diseñar, idear o producir alguna cosa nueva que antes no existía”. Parece muy
clara la diferencia, sin embargo todo apunta a que preferimos copiar. Una actualización del año 2001 a
la taxonomía (clasificación) de Benjamín Bloom sobre “Los Objetivos del
Proceso de Aprendizaje” determinó que para pasar de un pensamiento de orden
inferior a otro superior, el conocimiento o la acción de recordar debe cubrir
una ruta que pasa por comprender, aplicar, analizar y evaluar para finalmente
crear. Esto nos confirma que inventar (crear) implica mucho más esfuerzo y
dedicación que simplemente copiar, aunque existen muchos defensores de esto
último argumentando por ejemplo que copiar no es robar (copying is not
theft) sino compartir. Japón y China lo hicieron.
Copiaron primero, después inventaron (innovaron)… ¡y de qué manera! Recordemos
que al término de la Segunda Guerra Mundial Japón quedó devastado, en ruinas.
Sin fábricas, sin bancos, sin universidades, sin maestros. Tuvieron que enviar
a sus jóvenes a estudiar al extranjero para poder traer conocimiento fresco.
Conocimiento copiado sí, pero que después fue transformado en innovación. Los chinos copian también, pero
trabajan para no hacerlo. En 2019 China fue el país con
más solicitudes de patentes registradas desplazando a EE. UU. por
primera vez en la historia de la Organización Mundial de la Propiedad
Intelectual (OMPI) con 58,990 solicitudes contra las 57,840 de los EE.UU. Japón
y China también se encuentran entre los 10 principales polos de ciencia y
tecnología del planeta. ¿Cómo innovan en tu empresa? No
todo es ciencia y tecnología, puedes innovar en distintos ámbitos: Innovación de producto:
Introducción de nuevos bienes y servicios o mejora significativa de los mismos
respecto a sus características o aplicaciones. Innovación de procesos:
Implantación de nuevos métodos de producción y entrega o mejora significativa
de los mismos. Innovación de marketing:
Implantación de nuevos métodos de marketing, incluyendo los cambios
significativos en el diseño de los productos, sus envases o embalajes,
promoción, distribución, canales de venta y políticas de precios. Innovación organizativa:
Implantación de nuevos métodos organizativos y procesos de gestión, modelos de
negocio, mejoras en los puestos de trabajo, etc. Innovación en los modelos
empresariales: Recombinación de los elementos y relaciones que configuran
un modelo empresarial.
Los productos que ofrecemos en
Spechi son innovadores y completamente originales. Cada uno cuenta con una
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