Ya no hay la menor duda, la llegada de una recesión económica mundial es “casi una certeza”. Al menos así lo describió hace unos días el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres. Y fue muy específico: “Nuestro planeta enfrenta un enemigo común. Estamos en guerra con un virus. Este es un momento que demanda políticas coordinadas, resueltas e innovadoras de las economías líderes del mundo”.
Bien, esa es la demanda para las naciones más poderosas económicamente hablando. ¿Y qué podemos hacer el resto de las personas que no contamos con “poder económico”? ¿Los empleados, los dueños de empresa, los estudiantes…? Los pesimistas dirán que no podemos hacer nada y los optimistas efusivamente afirmarán que “si del cielo te caen limones, aprende a hacer limonada”.
Nuevamente el justo medio viene en nuestro auxilio. Sin lamentaciones ni tampoco celebraciones, solo acciones realistas, realizables y específicas (recordemos cómo debe ser un buen objetivo). Y sobre todo, debemos buscar que estas acciones dependan completamente de nosotros mismos y no de un tercero, sea éste el gobierno, un banco, un amigo adinerado o un pariente bien relacionado. Seamos responsables de nuestras acciones y de los resultados obtenidos, favorables o adversos.
En términos generales, al ser humano le cuesta trabajo adaptarse al cambio, y más aún cuando éste llega después de un largo tiempo de hacer las cosas y percibir el mundo de la misma manera, casi como autómatas. El ejemplo más cercano fue la llamada Guerra Fría. El mundo estaba dividido en dos bloques políticos y económicos en apariencia delimitados claramente: occidente y oriente, libertad y represión, democracia y comunismo, buenos y malos, blanco y negro.
Se tenía la certeza absoluta de que las dos potencias mundiales antagónicas (Estados Unidos y la desaparecida Unión Soviética) jamás darían su brazo a torcer y mantendrían en permanente zozobra a toda la Humanidad, siempre a punto de desencadenar una Tercera Guerra Mundial. Y de pronto, eso terminó. El mundo se había transformado y esa certeza sobre lo blanco y lo negro se transformó en inseguridad.
Había que buscar respuestas, y encontrarlas. Regresar a ese estado de certidumbre que nos permitiese decidir mejor. Y nació el Entorno VUCA, relacionado con la forma en que la gente contempla las condiciones bajo las que se toman decisiones, planifican, gestionan riesgos y resuelven problemas. Se creó una forma de pensamiento estratégico relacionada con la anticipación, la evolución y la intervención.
Crear un Entorno VUCA se caracterizó primordialmente en asumir que para tomar decisiones adecuadas se debían contemplar al menos los siguientes aspectos:
- Volatilidad (Volatility). Los cambios ocurren muy rápido.
- IncertidUmbre (Uncertainty). El futuro es sorpresivo e impredecible.
- Complejidad (Complexity). Lo que ocurre es confuso.
- Ambigüedad (Ambiguity). Se dispone de múltiples opciones para tomar decisiones.
La buena noticia es que nuevamente nos estamos enfrentando a un mundo incierto, confuso e incomprensible que nos empuja también a modificar nuestra forma de pensar y de resolver nuestros problemas, solo que ahora estamos en condiciones de crearnos un Entono VICA (ver Infografía).

Es difícil controlar lo que sucede fuera de tu empresa y en el mundo. Sin embargo, en Spechi te podemos ayudar con todo lo que ocurra dentro de tu negocio. Danos la oportunidad de demostrarlo.