En los años 50’s la Ley de Murphy rezaba: Si algo puede salir mal, saldrá mal. Y esta Ley tenía un primer corolario: Nada es tan fácil como parece. En términos más actuales, se habla de que estamos atravesando por una tormenta perfecta, entendiendo ésta como la suma de circunstancias negativas que son capaces de crear situaciones de máxima tensión.
¿Cuáles circunstancias negativas estamos viviendo? Cambio climático, amenaza de guerra en Oriente Medio, pandemia por el COVID-19, precios del petróleo a la baja, fuertes caídas en las principales bolsas de valores y amenaza latente de una recesión mundial solo por citar algunas. Pero la lectura de estos acontecimientos no debe considerarse una premonición catastrófica sino una llamada de atención.
Debemos estar alertas, sí, y también hacer uso del ingenio y de nuestra capacidad analítica para no tomar importantes decisiones a la ligera. Comentábamos en nuestro post anterior acerca de la inminente declaratoria de una pandemia. Bueno, la pandemia ya está aquí. ¿Qué sigue? Asumir que habrá consecuencias no deseadas y anticiparnos a sus efectos.
Eso sí, para anticiparnos es necesario contar con información confiable, de buena fuente. Es muy fácil y hasta cómodo proponer a los empresarios que para evitar el contagio del COVID-19 le pidan a sus empleados que trabajen en casa. Esta recomendación funciona muy bien para empresas que trabajan completamente en un ambiente tecnológico. Y aun así, en Silicon Valley solo uno de cada cinco trabajadores se puede considerar “completamente tecnológico”.
Hasta cierto punto, atender la llamada de un cliente que solicita una reparación, verificar las existencias en un almacén, solicitar el resurtido de alguna herramienta o monitorear el cumplimiento de la ruta de nuestros vendedores puede hacerse indistintamente en la oficina o en casa (home office). Solo que la entrega de un producto o la reparación de algún equipo implica la presencia física de una persona que realice esta actividad. No se puede hacer home office para entregar una pizza.
Aunque parece que estamos viviendo un entorno de incertidumbre, en realidad tenemos enormes certezas frente a nosotros. Las ventas van a disminuir pero nuestros gastos no. Tenemos que seguir pagando los salarios del personal aunque este no tenga un trabajo constante. La mayor cantidad de actividades se tiene que realizar en la empresa y no en la casa de nuestros empleados, así que hagamos frente de la mejor manera posible a esta necesidad de acudir a nuestra empresa. Prevención es la opción.
Si el temor latente es sobre la posibilidad de contagio ¿estamos revisando la temperatura de todos nuestros empleados cuando ingresan a sus labores y cuando regresan de la comida o de sus actividades fuera de la empresa? Sin pandemia sabemos que hay mucha gente que de manera “voluntaria” no acostumbra lavarse sus manos después de ir al baño. ¿Los estamos “obligando” (sí, obligando) a mantener limpias sus manos? Pasemos cada hora a sus lugares de trabajo y al menos corroboremos que se aplican gel antibacterial. El horno no está para bollos.
Si el contagio puede ser en la calle con algún desconocido ¿por qué no nos organizamos y durante las próximas semanas quienes cuenten con automóvil apoyen a los que no lo tienen? Y por supuesto, no se sube al auto quien no pase la prueba del termómetro ni traiga consigo su cubre-boca. La distancia social recomendada (dos metros) aplica para los desconocidos. ¡Y cero abrazos ni apretones de mano!
No debemos olvidar que la pandemia muy seguramente será temporal, y cuando ésta pase, las empresas deberán estar listas para retomar con mayor brío sus actividades cotidianas. Como prevención, las próximas semanas evitaremos estar en las calles pero no son vacaciones. Aprovechemos el tiempo para fortalecer nuestras empresas poniendo al día nuestro entorno de trabajo (archivo, herramientas, equipos, limpieza).
En Spechi te podemos ayudar a ponerte al día. Y aunque hagamos home office, ten la certeza de que te atenderemos con la misma diligencia y profesionalismo de siempre.